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Diosas, mujeres y escritoras

1. Introducción

Basándome en el libro Las diosas de cada mujer de Jean Shinoda Bolen, me propongo hacer este trabajo, relacionando lo que la autora llama “diosas” con algunas de las escritoras dadas en Imaginario Femenino.

Shinoda Bolen utiliza para la elaboración de su libro, la psicología junguiana, la mitología griega y el feminismo. Estos tres saberes, aparentemente distantes, aparecen actuando conjuntamente para conformar “una nueva psicología femenina” –desde mi perspectiva bastante acertada.

Las teorías psicológicas que han tratado sobre la mujer se  remontan a Freud y Jung: En concreto, Freud define a la mujer en base a su ausencia pene. O sea, la define a través del sexo masculino, que es el predilecto.  Según su perspectiva, “la mujer virgen” tiene un complejo de masculinidad, al considerarse una mujer no castrada, es decir, un hombre. Y de la misma manera, el autor condena a la mujer sexualmente activa, afirmando que posee un comportamiento compulsivo.

Su discípulo Jung, sin embargo, es algo más benigno con las mujeres. Parte de la base de que las entidades “mujer” y “hombre” se establecen por medio de estructuras psíquicas diferentes. De este modo, la mujer se caracteriza por la receptividad y la pasividad, por la capacidad de nutrir o  subjetivizar. Todos ellos son los rasgos que forma parte de su personalidad conscientemente femenina, además de un animus masculino. El hombre en cambio, se define en base a una personalidad conscientemente masculina y una anima femenina. Cabe concluir entonces -considera Jung-, que la mujer con un animus predominante (o sea Virgen) está dañando su feminidad.

Frente a estas teorías Shinoda pretende justificar el comportamiento de toda mujer como natural a su esencia, sin calificar de anomalías, los casos que se salen del patrón que ha sido establecido con principios patriarcales. Con este objetivo, define a las diosas como “las poderosas fuerzas internas que influyen en lo que hacemos y en cómo nos sentimos”[i]. Afirma que, cada mujer es “como una mujer intermedia impulsada desde dentro por arquetipos de diosa y desde fuera por estereotipos culturales.”[ii]

Con el fin de romper el dualismo mujer ángel / mujer demonio, establecido desde que la sociedad europea se hizo patriarcal, Bolen se plantea ampliar esta visión maniqueista e incompleta del sexo femenino, estableciendo seis grandes patrones de comportamiento femeninos diferentes, personificados en las seis diosas que poblaron el Olimpo. Con estas Diosas paganas, no solo consigue abrir el abanico de posibilidades de actuación de la mujer, sino que además justifica sus acciones sin un valor de carga positiva o negativa; sino simplemente instintiva, con lo que rompe gran parte de la tradición misógina europea.

Los dioses griegos fueron el fruto de una mentalidad muy abierta[iii] y de una consciencia sin dogmas prefigurados que, a la postre, permitiría a los primeros filósofos dar el paso del mito al logos. Fue esta libertad de pensamiento la que posibilitó  aplicar los arquetipos de diosa a las coordenadas del hoy, sin que haya un desfase temporal notable. Aunque, en última instancia, esta actualización es posible  gracias  a la naturaleza universal de los mitos: “Los mitos evocan sentimientos e imaginación y tocan temas que forman parte de la herencia colectiva de la humanidad. (…) Hay en ellos una resonancia de vedad sobre la experiencia humana compartida”[iv].

2. Las Diosas Vírgenes: Artemisa, Atenea y Hestia

a) El prototipo de diosa Virgen

Este tipo de diosas se caracterizan por su independencia; son libres con respecto a los hombres. No necesitan la aprobación de nadie para sentirse bien consigo mismas, porque son fieles a sí mimas. En la mitología griega, destacan porque fueron las únicas no poseídas por dioses. Estamos ante una excepción dentro de un sistema plenamente patriarcal. Tampoco respondieron a la llamada de Afrodita, ante la cual sucumbe prácticamente todo el mundo. Artemisa, Atenea y Hestia permanecieron inmunes ante el poder alquímico e irresistible de la diosa del amor. Cada una, consiguió la independencia de los hombres de forma diferente: 

-Artemisa huyó de la ciudad para refugiarse en el bosque con sus ninfas. Optó por la separación del sexo masculino, resguardándose en espacios reservados para el sexo femenino.
-Atenea, en cambio, se unió a los hombres, integrándose entre ellos como uno más. Siendo igual o incluso superior a ellos. Aceptó la integración como forma de acercarse.
-Hestia tomó un camino bien distinto; ella se replegó hacia dentro, encerrándose en su hogar y, mediante la introversión, consiguió el alejamiento del sexo masculino, minimizando, de este modo, su feminidad.

En general, las tres diosas vírgenes destacan porque: “nunca se veían sobrepasadas por sus emociones ni por otras deidades. Eran invulnerables al sufrimiento, incólumes a las relaciones e impermeables al cambio”[v].

b) El prototipo de mujer virgen

Una mujer virgen no tiene que serlo necesariamente en el sentido físico. De hecho, aunque estas diosas “no fueron penetradas” no es ese su mayor rasgo de virginidad. Basta con que no necesite la aprobación del otro sexo para validarse, con que no dependa de él y sea ella misma la que toma sus propias decisiones. La mujer virgen se define por “ser completa en sí misma” y porque “no pertenece a nadie”[vi]. Suele estar al margen de las convenciones sociales que determinan qué es lo que debe ser una mujer.

Las mujeres con estos rasgos, “normalmente, evitan desempeñar papeles tradicionales de mujer”[vii]. Normalmente, crean asociaciones exclusivas de mujeres, significan un apoyo para el sexo femenino, pueden ser artistas ajenas al canon y suelen tener una vida como activista feminista. Este último rasgo sería característico de Atenea y Artemisa, que son arquetipos de diosa “orientados hacia fuera”. En cambio, Hestia, se orienta hacia dentro, siendo creadora en la soledad de su hogar.

c) Ecos de la diosa Madre[viii]

La Gran Diosa Madre fue considerada la diosa suprema antes de que el patriarcado se impusiera. Era un ente todopoderoso y unificador, que, con el tiempo, se fue degradando y fragmentando. Se puede apreciar cómo las diosas griegas son una versión a pequeña escala de la Diosa Madre. En esta sección destacaré el paralelismo que se establece entre las diosas griegas y la Diosa Madre.

Entre los atributos que se le asignaban a la Diosa Madre, se puede resaltar su unión con la naturaleza. Por este motivo Artemisa es identificada con animales como la cierva –símbolo de la Gran Diosa, que se ha plasmado en la Diana de Versalles–, o con la osa; o las jóvenes vírgenes que le rendían culto, fueran llamadas Oseznas. Artemisa, al igual que la Diosa Madre estaba asociada también con la luna, que a su vez se relacionaba con la naturaleza cíclica de la mujer.

En el caso de Atenea la unión con la Diosa Madre se presenta con el símbolo de la serpiente. Cuando la sociedad patriarcal se alzó, las serpientes se representaban como asesinadas por los hombres, como símbolo de la caída de la Diosa.

Por último, Hestia comparte con ella, la conexión con el interior de uno mismo, la unión del todo con el yo.

d) Calidad de consciencia: como una luz intensamente concentrada

Shinoda Bolen hace una metáfora –bastante acertada– del estado de la conciencia de cada Diosa cuando actúa. En el caso de las diosas vírgenes, por ejemplo, la conciencia que actúa se expresa como una especie círculo concentrado de luz. Así, la mujer perteneciente a este arquetipo virginal, persigue su objetivo con un foco reflector que incide directamente sobre el mismo. Como con una linterna, en plena oscuridad, la mujer virgen focaliza su atención e ilumina exactamente su meta, permaneciendo ajena a todo lo demás; a toda la zona oscura que se escapa de su visión focalizadora.  La autora advierte que el rayo de luz, con el que se capta la atención, puede ser tan poderoso que destruya, como un láser violento, nuestras pretensiones. Saber controlar la intensidad de la luz, o sea, el empeño que ponemos en las cosas, es la solución a este problema. Problema que surge cuando no se tienen en cuenta los factores externos; las zona oscuras que no divisamos, en nuestro afán por llegar a superar el objetivo propuesto.

Cuando la “atención no dividida” es dirigida hacia adentro, a modo de reflexión interna y espiritual, nos guía  la diosa Hestia. En ella, hay periodos constantes de meditación o artísticos, de los que no sale  hasta acabar la esperada obra.

e) Diferencia entre diosa y mujer

Mientras que la diosa virgen centrada en sus objetivos queda encorsetada en su papel, ajena a cualquier   sentimiento de empatía, la mujer virgen, en cambio, puede madurar y desarrollar diferentes atributos, aunque no encajen con el modelo de diosa virgen.Veo necesario advertir que las diosas vírgenes “no fueron penetradas” aunque no sólo por ello fueron vírgenes. Virgen, en principio no significa ‘no penetrado’, (lo que solo afectaría a la implicación con el sexo masculino, por otro lado) sino que hace referencia a algo ‘inmaculado, incorrupto’ algo que se mantiene en su pura esencia porque no ha sido desligado de ella. La mujer virgen, alejada de la pasión amorosa, permanece inmune al amor.

2.1. ARTEMISA (Diana): Diosa de la Caza y de la Luna, Rival y Hermana

a) Características específicas de la diosa y de la mujer Artemisa

Simbología: Artemisa suele representarse con un séquito de ninfas, una túnica corta para poder correr y se la asocia a animales salvajes, fruto de su naturaleza huidiza, como son los ciervos o los osos. Lleva un arco con flechas dispuesta a utilizarlo porque ella es “la del disparo certero”. Como diosa de la luna, es también  la portadora de la luz, y a veces se la representa con una antorcha o con un fondo de estrellas.

Génesis: fue engendrada por Zeus y Latona (una deidad de la naturaleza) y era la hermana gemela de Apolo (Dios de la luz y del sol[ix]). Nada más ser alumbrada, ayudó a su madre[x] a dar a luz a su hermano Apolo. Este comportamiento, el de ayudar a mujeres más débiles que ella, era común en la diosa, hasta tal punto que se considera “auxiliadora en el dolor a la que ningún dolor afecta”[xi]. Cuando fue a visitar a su padre Zeus, este se quedó encantado con su hija, y así le concedió todo lo que ella quiso. De esta manera, Artemisa llegó a tener todos los atributos por los que se caracteriza: pidió retirarse a la naturaleza, estar rodeada de montañas, ninfas, un arco y flechas y una túnica corta con la que poder correr. Zeus se lo concedió con gusto. Y ella se retiró a la vida natural, socorriendo a los seres femeninos que pidieron su ayuda.

Artemisa tenía una fuerte personalidad, presente en los mitos que protagoniza. Según parece, “actuaba rápidamente y de manera decisiva en auxilio de aquellos que solicitaban su ayuda”[xii]. Contaré una aventura significativa que le ocurrió: Esta diosa era tan implacable con quienes la ofendían, que no conocía límites. Esto le llevó a matar a uno de sus amores. Ocurrió cuando Apolo, su hermano, le dijo que disparará a un punto lejano que se veía en el mar. Ella, creyendo que su hermano pecaba de soberbia al retarla, disparó una flecha que alcanzó la cabeza de Orión, su amado, provocándole una herida mortal. “Así pues, el único hombre al que amó, se convirtió en una víctima de su naturaleza competitiva”[xiii].

¿Qué significa ser Artemisa? : Artemisa es «una personificación del espíritu femenino independiente (…) es un símbolo de integridad, una unidad en sí misma, una actitud de “puedo cuidar de mí misma”, que permite a una mujer funcionar por sus propios medios, con autoconfianza y espíritu de independencia».

La mujer artemisa posee una atención innata para concentrarse en sus objetivos, sin que nadie la descentre, igual que la diosa, cuando disparaba sus flechas, siempre da en el blanco. Pero esta fría inteligencia, que prescinde de los sentimientos, la hace ser poco cálida y prácticamente carente de sensibilidad. Esto explica que la sexualidad para ellas sea secundaria.

b) Mujeres que encarnan el arquetipo de Artemisa

Dado el modelo patriarcal que el siglo de las Luces proponía basado en “la ciudadanía viril y la democracia excluyente”[xiv],Olimpe de Gouges, una mujer Artemisa, publicará la declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadana. Otras mujeres iguales a esta diosa, como Etta Palm y Mary Wollstonecraft se implicarán para que esos derechos sean reales.

Siguiendo la misma idea, se pude considerar a Artemisa el arquetipo del movimiento feminista, en su afán por ayudar y conseguir hacerlo.  La diosa se asocia a la figura de la hermana; era la gran hermana que ayudaba por simple altruismo. Las mujeres Artemisa suelen salir del ámbito privado y unirse en hermandades públicas. Podríamos considerar que dentro de las sufragistas del siglo XIX, hubo una diosa Artemisa que luchaba conjuntamente para que las mujeres tuvieran los mismos derechos que los hombres.

Cabe destacar en ese siglo, la figura de Emilia Pardo Bazán, una luchadora nata por los derechos de las mujeres, se alza con los atributos de esta diosa. Quizá fue la española que más críticas recibió por su comportamiento subversivo y contrario a la sociedad patriarcal. Puede que uno de sus enemigos mayores fuera Leopoldo Alas clarín, quien no soportaba cómo esta diosa Artemisa se elevaba por encima de las convenciones sociales para conseguir imponer el feminismo.

2.2 ATENEA (Minerva): Diosa de la Sabiduría y de la Artesanía, Estratega e Hija del Padre

a) Características específicas de la diosa y de la mujer Atenea

Simbología: Atenea es la única diosa del Olimpo que se presenta bajo una coraza, con el yelmo hacia atrás para que se pueda apreciar su belleza. Lleva una lanza en una mano y un escudo en el brazo, con un dibujo de dos serpientes entrelazadas; se considera la perfecta estratega. En los tiempos de guerra solía batallar y en los tiempos de paz se dedicaba a la artesanía. Su símbolo era el búho, dotado de grandes pupilas con las que sabiamente analiza. Por ello, está relacionada con el pensamiento racional, defendiendo el intelecto sobre el instinto y la naturaleza –siendo completamente opuesta, en este sentido, a Artemisa–.

Génesis: Atenea surge de la unión de Zeus con Metis (una diosa sabia del océano), a la que nunca acepta como madre. Nace de la sien de Zeus, tras  ser golpeado por Hefestos (dios de la Fragua) con un hacha. Por la brecha de la herida abierta sale Atenea completamente formada, adulta y armada con una coraza y una lanza, emitiendo un grito de guerra.

Hazañas significativas: Atenea se abrió al ámbito público, aliándose con los hombres. Fue la mejor estratega en la guerra de Troya y destacó por haber sido la ayudante silenciosa de muchísimos dioses. Entre ellos, nombraré a Belerofonte a quien ayudó inventando las bridas (riendas), con las que domó al caballo Pegaso. Este hecho es significativo ya que muestra cómo la diosa necesitaba domesticar lo salvaje, las pasiones. También ayudó a Perseo a matar a la Gorgona Medusa, monstruo femenino cuya mirada petrificaba. Atenea le dio al héroe un espejo con el que podía dirigir su espada a la cabeza de Medusa sin necesidad de mirarla a los ojos para decapitarla. De ahí que esta diosa sea también representada con la cabeza de Medusa que muestra la naturaleza destructiva fría de la diosa con el poder congelar o petrificar con su falta de sensibilidad.

¿Qué significa ser Atenea? Atenea es la diosa de la sabiduría, conocida por dar soluciones rápidas y eficaces, guiándose siempre con la cabeza e ignorando el corazón. Estas características, en psicología junguiana la acercarían a tener un gran animus masculino. Sin embargo, Bolen lo niega,  afirmando que Atenea no està definida por el animus sino por ella misma, porque la mujer atenea es completa en sí misma, está motivada por sus propias prioridades.

Atenea, gracias a su cualidad de “hija del padre”, es la única diosa virgen que disfruta de estar integrada entre los hombres (mejor si tienen éxito). Es su cualidad de diosa virgen la que le impide tener lazos amorosos o sentimentales. En cambio, es distante en la interacción con mujeres. Entre otras cosas, por su afán competitivo. Ella es una versión más madura de la diosa virgen (ya que nació siendo adulta). La mujer que tiene una orientación realista hacia el mundo, que huye del romanticismo y que actúa como un “adulto sensato”, posee rasgos de esta diosa. También el “tener sangre fría”, no tener en cuenta a los demás a la hora de conseguir los propios objetivo son características de la diosa estratega.

Las mujeres que encarnan a esta diosa, suelen optar por el equilibrio, por la medida justa de las cosas (que era el ideal griego) tal vez esta cualidad se la aporta la naturaleza materna, pues Metis personificaba la prudencia y el consejo. También esta actitud moderada de no sobrepasarse, viene dada por la coraza que cubre el cuerpo de Atenea; ella siempre valora fríamente lo que está ocurriendo. Por eso, en relación con el sexo, “una mujer Atenea vive en su mente y no suele estar en contacto con cuerpo”.

b) Mujeres que encarnan el arquetipo de Atenea

Podemos ver cómo Catalina de Erauso (la monja Alférez) encarna este arquetipo. Catalina, durante su apasionante vida, llevó una coraza tanto interna como externa. La misma que le hizo prescindir de su familia y marcharse del convento en el que en un principio estuvo. Su carácter pendenciero la llevó a hacer la carrera militar, donde casi la totalidad de las relaciones que mantenía eran con hombres, al igual que la diosa. Se caracterizaba por su ausencia de sentimientos y por su comportamiento belicista. Señal de su pericia como estratega, es que no la dañaron en la guerra. Ella mantiene una virginidad íntegra según se documenta y una apariencia andrógina o masculina, al igual que Atenea.

En Valor, Agravio y Mujer de Ana Caro Mallén de Soto, podemos ver a una ejemplar Atenea, que desmantela al prototípico personaje del don Juan, engañándolo por medio de la astucia y  casándose con ella. Consiguiendo así su ansiado objetivo: recuperar el honor que este don Juan le había hecho perder. Para ello, no le importa enamorar a otra mujer o acabar casada con quien la ha deshonrado, esto se debe a su mirada focalizadora, que deshecha lo superfluo y señala su meta.

En Concepción Arenal vemos también una mujer Atenea, que no cumplía con los cánones convencionales de feminidad. Estudió derecho  vestida de hombre, como una Atenea, se integró entre los del sexo contrario. También tuvo una función social en sus trabajos sobre las reformas penitenciaras. En su lema “odia al delito, compadece al delincuente” veo una clara asociación con esa Atenea que ayudaba a los héroes a conseguir sus objetivos. Otros de sus lemas: “Abrid escuelas y se cerrarán cárceles”, muestra como Concepción aboga por la educación y la mesura en lugar de dejarse llevar por la barbarie o lo salvaje. Lo que le acerca aún más a la diosa de la sabiduría o del logos racional.

2.3. HESTIA (Vesta): Diosa del Hogar y de los Templos, Mujer Sabia y Tía Soltera

a) Características específicas de la Diosa y mujer Hestia

Simbología: Hestia no tenía una representación escultórica en la mitología griega. Su arquetipo se asimilaba en un plano espiritual. Era una diosa presente en la llama interna; la que hacía posible de la casa  un hogar (partiendo de su significado etimológico hogar viene de hoguera).

Génesis: Hestia fue la última hija extraída las cavidades internas de su padre, Cronos; cuando su madre Rea pidió ayuda porque su cónyuge se comía a sus hijos. Por lo tanto es una diosa primitiva y por desgracia quedó desterrada por Dionisos. 

Hestia se caracteriza por la soledad, por replegarse en sí misma y por no tener contacto con ningún otro dios. Es la única que no está involucrada en los constantes ajetreos que se traen los dioses. Ella optó por la soledad voluntariamente y es inmune al amor y por tanto, a la influencia alquímica de Afrodita.

Como ya he dicho, fue la diosa que pasó más tiempo dentro de las cavidades internas de su padre. Y por tanto,  la única que estuvo sola en esa especie de infierno interior. Tal vez, eso fue lo que la inclinó hacia la soledad eterna. Y puede que fuera su alejamiento del mundo mítico, lo que la hizo aún más callada. Cuando fue sustituida por Dionisos, el dios de lo orgiástico y de las bacanales, Hestia no se quejó, y el Olimpo se acercó al patriarcado, teniendo un dios masculino más y uno femenino menos.

Un rasgo significativo, fue el tributo que se le rendía a esta diosa con las vírgenes vestales. Era típico que niñas vírgenes fueran recluidas durante un tiempo, en honor a la diosa. Si cuando volvían, se descubría que ya no eran vírgenes, eran “enterradas vivas” sin apenas alimento y en soledad por deshonrar a la diosa.

¿Qué significa ser Hestia?

Hestia era la diosa del fuego sagrado y del hogar. Por ello, una mujer Hestia es capaz de transformar los espacios en sagrados, son las perfectas amas de casa, que mantienen su hogar como si fuera un templo. La mujer Hestia es introvertida, sensible e intuitiva. Ella genera una especie de distancia emocional, que no ha de interpretarse como falta de empatía, sino como ausencia de sociabilidad.

“(…) Hestia era encarnada en la mitología romana por jóvenes muchachas (Vestales) a las que se le obligaba mantener viva la llama de la ciudad”. Por eso, “a las vírgenes vestales, se les exigía encarnar la virginidad y el anonimato de la diosa. En un sentido, eran representaciones humanas de la diosa: eran imágenes vivas de Hestia que trascendían la escultura o la pintura”[xv].

b) Mujeres que encarnan el arquetipo de Hestia

Hermes, el dios mensajero en un principio, fue simbolizado con una columna llamada herma, la cual se situaba en el exterior. Así, Hestia era la perfecta representante femenina del ámbito privado con su llama interna, mientras que Hermes era el representante masculino del ámbito público, con la columna (símbolo fálico). En el siglo XIX, podemos ver cómo estas construcciones determinadas por el patriarcado se acrecentan, hasta tal punto que se dan por naturales. Y esto no es de extrañar viendo el largo itinerario de la historia.

Podemos ver el modelo de Hestia en la figura que en el siglo XIX se denominó el ángel del hogar[xvi], esa mujer asexuada, siempre complaciente, excluida de todo salvo de sí misma.

Las mujeres místicas, pueden ser consideradas translaciones de Hestia. Porque su atención está dirigida hacia el interior, hacia la búsqueda de Dios. Las monjas deciden aislarse del mundo y de los bienes materiales, en conventos que les otorguen la paz interior que necesitan.

Estas mujeres, estuvieron en el punto de mira de la iglesia católica desde la Edad Media, y sobre todo con la Contrarreforma luterana. La razón, es que  proponían un acercamiento directo a Dios, sin necesidad de sacerdotes. (¿Y cómo una mujer de casta más baja que el hombre iba a mantener un contacto real con Dios?) Por eso, muchas fueron perseguidas y obligadas a plasmar en libros sus memorias. Tal vez fuera la naturaleza oscura de esta diosa, la que permitía  a las místicas percibir esos encuentros con Dios o fenómenos sobrenaturales con gran naturalidad. Entre ellas tenemos como Beatriz de Enciso o a Santa Teresa.

La mística Teresa de Jesús,  podría ser la mezcla de dos arquetipos de Diosa: Hestia y Afrodita. Partimos de que Teresa de Jesús era una niña coqueta, que a larga edad descubrió su vocación religiosa. Tal fue su ímpetu por deshacerse de los bienes materiales, que fundó los Carmelitas Descalzos, una institución basada en una verdadera vida austera, frente a los Carmelitas Calzados. También, gracias a su poder de convicción (alquímico) consiguió los objetivos que se proponía. Aunque nunca gozó de buena salud, su fortaleza interna era más fuerte. Dicha fortaleza, puede deberse a que Santa Teresa poseía dos arquetipos contrarios pero complementarios, en sí misma. Por un lado, Hestia le permitía focalizarse hacia dentro, y por otro Afrodita le permitía inundar esa focalización subjetiva, que la hacía ser prudente y atrayente a la vez.

3. Las Diosas Vulnerables: Hera, Deméter y Perséfone

a) Características generales en el prototipo de diosa y mujer vulnerable

Las diosas vulnerables suelen desempeñar los papeles que tradicionalmente han sido establecidos por la sociedad como femeninos. En el caso de Hera, ser la esposa; en el de Deméter, la madre y en el de Perséfone, la hija. Estos arquetipos de diosas están orientados hacia la relación, estableciendo un vínculo que les aporta bienestar y permite a su vez reforzar su identidad. En este paradigma, se ve necesaria una afiliación entre mujeres.

En la mitología griega, las tres destacan porque fueron víctimas del marcado sistema patriarcal en el que estaban inmersas. Todas fueron dominadas por dioses masculinos: Hera sufrió por Zeus; Hades raptó a Persone, dejando a Deméter sola. Las tres padecieron al romper la relación sentimental que mantenían ( el matrimonio de Hera con Zeus  o la relación materno- filiar entre Deméter y Perséfone. Y esa ruptura, se manifestó de manera diferente en cada una: Hera sufrió rabia y celos; mientras que Deméter y Perséfone sintieron una tristeza extrema, que puede ser considerada depresión. Estos síntomas, a su vez, coinciden con los de una enfermedad. (De hecho, personalmente, me inclino a pensar que estos son los síntomas que el sistema patriarcal ha denominado bajo el eufemismo “histeria femenina”. Enfermedad o, mejor dicho, drama de la mujer que a principios del siglo 20 culminaron con las misóginas teorías de Freud, pseudocientíficas, por cierto.

Estas diosas deben desarrollar un patrón de reacción frente  a las pérdidas, consiguiendo así, no sentirse completamente vacías si les falta quien más quieren. Dado que su objetivo se enfoca hacia la relación con los demás, no buscan una autonomía que le permita conseguir logros propios, aunque sí lo hacen las diosas vírgenes. Las diosas vulnerables, en cambio, se identifican con otras personas y están motivadas por la compensación de las relaciones y por la necesidad de emparejarse (Hera), de nutrir (Deméter) o de ser dependiente (Perséfone).

Para las mujeres que poseen este arquetipo, desarrollar los papeles que tradicionalmente han sido asociados a ellas, está lleno de sentido. Esto, quizá, es lo que les hace ser vulnerables. Me explico, aunque es posible que a este tipo de mujeres les llene su papel del ángel del hogar, al ser éste el modelo que el canon del patriarcado establece como ideal, hace que sean más vulnerables ante el machismo imperante. De ahí que estas diosas fueran seleccionadas previamente como víctimas. Las tres fueron engañadas por otros e ignoradas o violadas. Después de esto, ¡es normal que presenten síntomas psiquiátricos![xvii]

Bolen asocia el que la diosa vulnerable se vea como “un objetivo sexualmente disponible”[xviii] a la presunción  social que considera a la mujer como una propiedad (podríamos ir más lejos y aplicar la teoría dada en clase, para concluir que esa concepción de la mujer como propiedad, aparece ya en los albores de la sociedad patriarcal, cuando la mujer pasó a ser la reproductora, fabricadora de productos y de futuros obreros). Esta desvalorización de la mujer, es la misma que, por ejemplo, ha producido  mujeres víctimas de malos tratos.

En el tipo de mujer vulnerable, aparecen dos fases psicológicas distintas que definen su trayectoria: la primera, es de realización, cuando la diosa consigue su objetivo -siempre enfocado hacia los demás-. Y la segunda, al mostrar su carisma a los otros, es, a la vez, escogida como víctima y por ello, sufre las consecuencias. Debido a esto, la mujer vulnerable, más que ninguna, debe ser consciente de las fuerzas a las que es susceptible y de sus potencialidades negativas, para poder aprender a predecir sus propios problemas. Los cuales, pienso, están producidos  por centrarse en los demás y menos en uno mismo.

b) Ecos de la Diosa Madre

Se puede apreciar en Hera la faceta de reina de los cielos, atribuida a la Diosa Madre. Además, su símbolo es la vaca sagrada. Es más, los mitos cuentan cómo la leche que se derramó del pecho de Hera cuando daba de mamar a Heracles, fue esparcida por el cielo formando la Vía Láctea. Podemos ver cómo el poder de ser la dadora de vida, en un principio atribuida a la Gran Diosa, pierde con Hera su función. Cuando Hera ve a Zeus dar a luz a Atenea de su cabeza, quiso también engendrar vida de sus adentros. Y así alumbró a Hefestos, dios de la fragua, cojo, feo y artista y, sobretodo, el cruel producto que muestra cómo se ha desvalorizado a la Diosa Madre.

En Deméter destaca su relación con el agua, como el elemento natural de la vida y la fertilidad, las cosechas y los misterios Eleusinos, cualidad que comparte con su hija Perséfone.
Perséfone, en su faceta de reina del inframundo, comparte con la Gran Diosa la cualidad de la dadora de muerte; de la doncella que ayuda los héroes a atravesar el Hades[xix], lo que está indirectamente asociado a ser la dadora de vida o la que es capaz de ayudar a salir de los umbrales de la muerte.

c) Calidez de conciencia: como una lámpara que irradia luz difusa

El modo de actuación de las diosas vulnerables se caracteriza por ser difuso. Se capta todo sin necesidad de centrarse en algo concreto –lo que sí haría la consciencia de diosa virgen– a diferencia de esta, la diosa vulnerable posee una conciencia obtusa. Esta calidad de conciencia es difusa porque es receptiva. Con ella, las realidades se impregnan de una visión subjetiva, que no deja ver la objetividad misma.

Shinoda Bolen, para explicarla, compara este tipo de conciencia con la luz que irradia la lámpara amarillenta de un salón. Esta iluminación hace que la estancia sea acogedora, en la que todo está iluminado, pero de forma generalizada, sin captar nada en concreto. De esta manera, la consciencia obtusa, lo capta todo sin concentrarse en nada aislado. Y a su vez, todo lo visible es impregnado de una subjetividad que hace difusas las realidades más obvias.

Por eso, esta calidad de conciencia se asocia a las diosas vulnerables, porque ellas no son capaces de prescindir de los elementos adyacentes a la hora de tomar decisiones. Las mujeres con este arquetipo, ven difícil concentrarse en actividades que son únicamente para ellas, porque siempre están atentas a los demás. Necesitan de una interacción con los otros para realizarse. Su meta está determinada por el cúmulo de circunstancias y por las personas a las que intentan agradar a toda costa.

Este tipo de atención dividida es la requerida para percibir, por ejemplo, los diferentes dibujos de un Gestalt[xx]. En el caso del Jarrón de Rubin, la conciencia de diosa vulnerable percibiría las dos formas: la copa y el jarrón; mientras que la conciencia de diosa virgen, solo vería una figura u otra; y la conciencia de diosa alquímica sería capaz de ver una u otra según su gusto.

La diosa vulnerable irradia un confort que hace que el otro se sienta a gusto. Cualidad compartida con la diosa alquímica, pero, a diferencia de ella, esta irradiación, puede ser malentendida por aquellos que la perciben como simple sumisión y no tienen en cuenta u obvian, el vínculo que la diosa necesita con los demás para auto-realizarse.

3.1.  HERA (Juno): Diosa del Matrimonio, Artífice del compromiso y Esposa

a) Características específicas de la diosa y la mujer Hera

Simbología: Hera suele asociarse a la imagen de la vaca sagrada, porque de sus pechos emanó la leche que supuestamente conforma la vía láctea. La leche que cayó a la tierra, formó lirios, flores con las que también se le asocia. Además del pavo real, porque su cola es símbolo de desvelo.

Génesis: Hera nació de Rea y Cronos. Por lo que pertenece a la primera generación de dioses del Olimpo. Se unió a su hermano Zeus en matrimonio[xxi]. El cual, fecundó junto a otras diosas, a la segunda generación del Olimpo.

Hera fue la única diosa, que tuvo unos padres adoptivos, después de sus progenitores. Estos le permitieron saber lo que era una familia normal. Tal vez, fueran ellos los que despertaron el deseo del casamiento en la diosa; Hera es la del matrimonio. Se casó con Zeus, el dios señor del Olimpo, convirtiéndose en la Gran Señora.

A pesar de que la relación con Zeus fue difícil, dados sus continuos devaneos con otras diosas, Hera siempre permaneció inquebrantable a sus votos nupciales. Aunque no se vengaba directamente de los adulterios que cometía su marido, sí lo hacía de las mujeres con las que Zeus consumaba -ya fueran forzadas o accedieran voluntariamente-. Hera exteriorizaba el dolor de la infidelidad de Zeus con la cólera.  De esta manera, arremetía con toda criatura que hubiera tenido un vínculo físico con él o fuera fruto del mismo.

La esposa, a veces se distanciaba de Zeus, aislándose en las inmensidades de la naturaleza, pero siempre volvía. Una vez que no pensaba hacerlo, Zeus captó su atención al celebrar una boda con otra supuesta mujer, que luego resultó ser una estatua. La broma agradó a Hera y la volver con su esposo.

b) Mujeres que encarnan el arquetipo de Hera

Podemos ver a una joven Hera en todas esas muchachas, que lucían sus mejores artes en los salones del siglo XIX para “cazar varón”. Esto, era establecido por la sociedad patriarcal que es la que determina que una mujer debía casarse, tener hijos y ser la perfecta ama de casa. A lo mejor eso se correspondía verdaderamente con los objetivos de algunas mujeres –las que tienen patrones de diosas vulnerables–, pero, evidentemente, no con todas.

Esta diosa era el modelo de mujer que proponía la sección femenina. En la cual se afirmaba literalmente que la mujer pertenecía a su marido. Y Hera no era nada sin Zeus. Como los libros de la época franquista afirman “era la mujer de” Zeus, o sea que pertenecía a su marido.

Una especie de velo, semejante al del traje de novia, le tapa los ojos, incapaz de culpar a su esposo, aunque en el fondo es plenamente consciente de que su situación es la de una mujer sujeta a una relación tóxica. Este es el caso de María Lejárraga. Mujer que encarna por un lado los arquetipos de Artemisa, por la defensa que llevó de las mujeres, y por otro los de Hera, permitiendo a su marido seguir beneficiándose de la obra que ella misma había creado. Ni aun cuando este se casó con otra, pudo separar su dependencia. María continuó escribiendo sus obras con el pseudónimo de su marido: Gregorio Martínez Sierra. Estudiar los arquetipos de las diosas, ayuda a entender comportamientos humanos que parecen contradictorios a primera instancia.

Hera se enamoró de Zeus, cuando él se convirtió en un delicado pajarillo para cautivarla. Ella acogió al gorrión que temblaba de frio en su pecho, el cual, al momento, volvió de su metamorfosis, una vez que ya la había conquistado. Se puede considerar a Zeus un niño-hombre, que hace lo que le da la gana manipulando. Hera encontró en él, una actitud infantil que la atrajo para ser su protectora. Veo esta reacción, muy en consonancia con el comportamiento que muestra la viuda de Asís con Pacheco, en Insolación. Asís era una mujer que huía de las convecciones sociales, porque no admitía que su yo estaba dentro  de las mismas. Fue Pacheco, su Zeus de acento gracioso, de actitud infantil y algo egoísta, el que le hizo darse cuenta de su verdadera identidad de Hera.

Esta diosa siempre buscó en Zeus una comprensión que no tuvo. Para ella el matrimonio era algo sagrado, un concepto muy diferente al que tenía el mujeriego dios. Tal vez, este en su lado más triste sea el arquetipo que mejor encarna a la “mujer maltratada”. Un ejemplo de una mujer Hera lo podemos ver en Frida Kahlo quien tuvo una dependiente y tóxica relación con el Diego de sus amores.

3.2. DEMÉTER (Ceres): Diosa de las Cosechas, Nutridora y Madre

a) Características específicas de la Diosa y mujer Deméter

Simbología: Deméter es la diosa de la agricultura, por ello es representada con un cabello de oro, que simula ser una espiga de trigo, por lo que también está asociada con la fertilidad. Es la madre de Perséfone, y juntas, están asociada a los misterios eleusinos[xxii].

Origen: es hija de Cronos y Rea, por lo que pertenece a la primera generación de los dioses olímpicos. En su relación con Zeus, tuvo a Perséfone su hija del alma: por la que podría dar su vida. Y en sentido figurado la dio. De Deméter dependía que la tierra fuera fértil, y así lo demostró cuando su hija fue raptada por Hades. Todas las cosechas se secaron y la diosa entró en depresión. Siendo un elemento fundamental para la vida, el poder de la fertilidad, la diosa de las cosechas, hizo que todo se volviera yermo, sin importarle nada salvo su retoña.

Deméter fue una madre dependiente de su hija, que al perderla, la buscó en cuerpo y alma hasta encontrarla. Vagó de un lugar para otro, sin dormir, comer o descansar y rogó a los dioses que le trajeran a Perséfone de vuelta. Zeus, solo cuando notó que la presencia de Deméter fue decisivamente imprescindible, aceptó devolverla sus brazos, tras haber estado Perséfone en el inframundo. En el rencuentro madre e hija, la tierra volvió a florecer. Pero, Perséfone, como comió “el fruto prohibido” en el inframundo, tendrá que volver a él con Hades, durante una tercera del año. Cuando lo hace, su madre entristece y la tierra se seca. Al pasar ese tercio, Perséfone regresa a los brazos de su progenitora y con ello, la tierra vuelve a florecer dando de esta manera paso a las estaciones del año.

Deméter encarna al tipo de madre que vive por y para su hija. Por ella daría la vida, y por ella muere día a día. Las hijas con madres Perséfone suelen desarrollar una personalidad dependiente, poco formada y carente de defensas psicológicas.

Hay una leyenda que cuenta cómo Deméter mientras busca incansable a su hija es violada por Poseidón, dios de las aguas, quien, sin duda, la percibe como vulnerable y un blanco fácil. Es aquí donde se muestra cómo este arquetipo que es bien aceptado por la sociedad patriarcal, es a la vez  maltratado por la misma.

b) Mujeres que encarnan el arquetipo de Deméter

Deméter es el tipo de mujer que la sociedad patriarcal desea. Encarna la perfecta madre, siempre atenta a sus hijos, vulnerable si está sin ellos. A ella responde las propagandas del siglo XIX que hacen ver que la mujer solo está para su función reproductora.

Deméter tiene las cualidades atribuidas a la Diosa Madre, crear vida, ser fértil. Pero sin embargo, fue relegada a un segundo plano cuando los pequeños dioses masculinos fueron tomando ventaja. La diosa se convirtió en una simple reproductora y cuesta creer que, esa función continúe teniendo vigencia hasta el siglo XIX, como afirma Pompeyo Gener: “En sí misma, la mujer no es, como el hombre, un ser completo; en sólo el instrumento de la reproducción, la destinada a perpetuar la especie”. Fue ese tipo de propaganda que vendía la maternidad como algo maravilloso, porque las mujeres debían estar con los niños, ya que su cerebro era frágil y se asemejaba más al de los infantes, la que propició que este arquetipo de diosa aumentara notablemente a lo largo del siglo XIX.

En cuanto a la recepción de la mujer como objeto,  en la cosmovisión judeocristiana, podemos ver cómo la Virgen María, en su función de dadora de la vida del Dios, comparte el arquetipo de Deméter. En el Misterio de Elche, obra anónima de la Edad Media, cuya representación se ha mantenido intacta hasta la actualidad, se puede apreciar cómo María se angustia por la ausencia de su hijo de la misma manera que lo haría Deméter cuando Hades rapta a su hija Perséfone: «María: “¡Ay, triste vida corporal! / ¡Oh, mundo cruel, tan desigual! ¡Triste de mí! ¿Yo qué haré? / Mi querido Hijo, ¿cuándo lo veré?”»[xxiii]

Deméter también se puede ver en la Yerma de Lorca, para quien la vida sin hijos está vacía; o del mismo autor, en María Josefa, la madre de Bernarda Alba, la cual, sentía que su pulsión de madre no estaba realizada.

 

3.3 PERSÉFONE (Proserpina): la Doncella y Reina del Mundo Subterráneo, Mujer Receptiva e Hija de la Madre

a) Características específicas de la diosa y mujer Perséfone

Simbología: Perséfone no es una diosa en su significado estricto, pero sí una doncella y la reina del inframundo. Se relaciona con los Misterios de Eleusis, con el narciso y con la granada, frutos, asociados a primera instancia con la fertilidad de su madre, que cobran un matiz propio en ella (como más adelante explico). 

Génesis: Es hija de Zeus y Deméter. Perséfone mantiene una relación muy estrecha con su madre, hasta que un día en el campo, es atraída irresistiblemente por un narciso. Al acercarse a la flor, la tierra se abrió en dos y de ella salió Hades dispuesto a raptar a la doncella. El dios del inframundo, se llevó a la Koré a su morada, sin que Deméter pudiera hacer nada por evitarlo.

Cuando se acostumbró a vivir en el mundo subterráneo, disfrutó de su puesto de reina. Se hizo la mujer de Hades, y era la encargada de guiar a las almas que llegaban perdidas al Hades. Siempre que algún dios le pedía ayuda para salir de allí, ella estaba dispuesta a darla. Perséfone aprendió a convivir en el infierno interior, lo que de alguna forma recuerda a la diosa Hestia. Además, este vínculo se cierra más cuando Hécate (diosa del lado oculto de la luna) se convierte en la tutora de Perséfone.

Hades se convirtió en su marido sin dejar de ser su raptor. Quizá este hecho fue la causa de que ella aceptara los granos de granada que el dios del inframundo le ofreció a pesar de sus previsibles consecuencias. Hermes tomó prestado el carro de Hades para devolver a Perséfone a su madre. En el rencuentro, Deméter le preguntó si había comido algún fruto en el inframundo. Tras negarlo, lo admitió porque Hades la había obligado. Perséfone le mintió a su madre para no defraudarla y poder pasar dos tercios del tiempo con ella y uno con Hades, pautando de este modo el cambio estacional.

El prototipo de la mujer Perséfone es peligroso para las mujeres vulnerables que aceptan la realidad que tienen, pensando que alguien las salvará como hizo Hermes por insistencia de su madre; pero no siempre es así.

b) Mujeres que encarnan el arquetipo de Perséfone

En la personalidad de Tristana de Pérez Galdós, se puede apreciar una mujer Perséfone. En un principio, fue una niña querida hasta que sus padres mueren y es adoptada por Don Lope, un viejo Don Juan. La joven queda prendada de su padre-amante-raptor, pero al poco evoluciona y con la ayuda de Saturna, la criada-consejera Atenea, lo verá como un desvergonzado. Tristana querrá salir de su infierno interior, aunque cada vez se va a sumergir más en él. Conocerá a un joven que la cautivará de modo afrodisiaco. Pero con el tiempo se distanciarán y ella lo acabará idealizando e identificándo con Dios. ¿No tiene que ver esta respuesta con la que toma Hestia o Perséfone al cobijarse en su mística interior? Tristana verá todas sus esperanzas frustradas y su infierno interno se exteriorizará cuando enferma, le amputen una pierna. La reina del inframundo tirará la toalla convirtiéndose en la perfecta mujer sumisa.

Hades era el dios del inframundo y por tanto el dios de las sombras. Las sombras eran criaturas que vagaban por el reino de los muertos, dando más pena que miedo. Hubo una mujer Perséfone en el siglo XIX que concibió esas sombras como una presencia consoladora. Hablo de Rosalía de Castro, la mejor voz lírica femenina del romanticismo tardío. Ella se replegó en su (hogar) hoguera interna como haría Hestia y halló en ella a las sombras y la comprensión de los ínferos del alma: “No está mi casa desierta, / no está desierta mi estancia, que aunque no estás a mi lado, que aunque tu voz no me llama / tu sombra, sí, sí, tu sombra/tu sombra siempre me aguarda”[xxiv]

En Leonor López de Córdoba, nuestra primera escritora autobiográfica del siglo XIV, tenemos el caso de una mujer Perséfone. Por circunstancias históricas, fue marcada por la sociedad y por su propia familia. Siempre buscó el apoyo de personas de poder como Catalina de Lancaster y terminó refugiándose en sí misma y en la vocación religiosa con el fin de escribir unas memorias exculpatorias de los cargos que le imputaron a su padre. Es la Perséfone doncella, quien se cobija en las figuras de autoridad idealizándolas.

4. Las Diosas Alquímicas

a) El prototipo de diosa y mujer alquímica

Bolen coloca a Afrodita en una categoría diferente a las demás, porque es la único que posee un proceso mágico o de transformación. Dice de ella: “Afrodita era una presencia sobrecogedora que hacía que los mortales y las deidades (a excepción de las tres diosas vírgenes) se enamorasen y concibieran nueva vida. (…) inspiraba los discursos persuasivos, y simbolizaba el poder transformado y creativo del amor[xxv].

Fue la diosa que más relaciones sexuales tuvo. No obstante,  se parece a las diosas vírgenes en que podía hacer lo que deseaba; y a las vulnerables, porque estaba vinculada a otras deidades masculinas con las  que tener hijos. En cambio, nunca fue escogida como víctima, ni sufrió como tal. Porque sus relaciones se establecían a partir de sentimientos recíprocos, y no de una dependencia, como es el caso de las diosas vulnerables. Una mujer Afrodita, se caracteriza por valorar más la experiencia emocional con los demás que su propia independencia. De esta manera, la diosa establecía relaciones importantes sin compromiso a largo plazo.

Afrodita buscaba generar nueva vida por medio de las relaciones físicas o el proceso creativo. Esto último, la hace capaz de centrarse en lo que para ella tiene sentido. A diferencia de Atenea o Artemisa que aspiran a un objetivo externo, el fin de la diosa del amor es puramente subjetivo. Dicha cualidad le acerca a Hestia (para quien el mérito es interior), aunque el hecho de que la vestal sea una diosa virgen, en concreto, la más apartada de la relaciones con los otros, la convierte en la antítesis de Afrodita.

Prácticamente nadie es inmune a la atracción magnética de esta diosa. Ella establece una química con el otro, difícil de pasar desapercibida. Una especie de empuje físico lleva a un impulso espiritual. Afrodita está asociada con el amor sexual y el amor platónico. El coito (en su sentido idealizado) se establece como una comunicación para conocer al otro; fundirse con el otro siendo uno.

Esta diosa posee el don de hacer crecer en esferas psicológicas o emocionales. Su desarrollo de la empatía, le permite plasmar en creaciones artísticas su yo. A su vez, se siente cautivadora y atractiva tal y como es percibida. Los amantes que se aman irradian a Afrodita en su amor.

b) Ecos de la diosa madre

Afrodita sería una pequeña versión de esa Diosa primera que sentía la pulsión sexual de copular y engendrar. Ambas se relacionan con las palomas, que también es un símbolo del amor cristiano. Además, ella nace de las aguas, elemento que de nuevo la acerca a la diosa superior. El agua tiene un significado especial en este caso, porque la mayoría de los animales nacen de una placenta, cuyo interior es acuoso.

b) La conciencia de Afrodita: Creatividad y comunicación

La captación de la atención de la diosa alquímica, merece una categoría aparte, porque es la única capaz de centrarse en todo aquello que para ella tenga sentido. No obedece a los estímulos externos que la distraen, ni es ajena a todo lo que pasa fuera de ella. Pero estos focos de atención son percibidos con cautela y asimilados con precaución, sin que influyan de manera decisiva en las decisiones internas de uno mismo. Afrodita posee una calidad de conciencia centrada y receptiva, la cual se ve afectada plenamente por el objeto que contempla. Bolen asimila esta captación de la atención, a los focos que iluminan un teatro: todo el mundo mira hacia el escenario, en el que una figura iluminada, capta toda atención. Y a su vez, esa figura actúa atendiendo al público que la contempla. Esta diosa posee la cualidad de la empatía y receptividad, que se convierte en una especie de retroalimentación entre el objeto o sujeto y el yo.

Se podría decir que Afrodita puede captar un objetivo definido, el cual está impregnado de subjetividad. Todo aquel que se acerque, será un blanco fácil para esta diosa irresistible (a excepción de las diosas vírgenes) y a la vez, encontrará en ella una complicidad y empatía, que la conviertan en una mujer o diosa especial.

4.1. AFRODITA (Venus): Diosa de Amor y de la Belleza, Mujer Creativa y Amante

a) Características específicas de la diosa y mujer Afrodita

Simbología: Afrodita suele representarse semidesnuda, mostrando su insinuante cuerpo y la mirada profunda. Tiene el cabello dorado y, más que ninguna, se caracteriza por la belleza. Es la diosa alquímica, a cuyo poder de atracción, únicamente las diosas vírgenes son invulnerables.

Génesis: La leyenda más conocida cuenta que Afrodita nació de Urano y la espuma de mar. Cronos, tras derrotar a su padre Urano arrojó sus genitales al mal y entre la espuma, Afrodita emergió de las aguas desnuda (tal y como la representa Botticelli en su cuadro el Nacimiento de Venus).

Características: Afrodita no solo fue la diosa que más relaciones sexuales mantuvo; además, fue la única que no sufrió malos tratos por parte de los hombres. Afrodita, no sólo tuvo encuentros con dioses, sino con un gran número de hombres. Esta diosa está presente en el proceso creativo del artista.

A pesar de ser la diosa más deseada, eligió a Hefestos como cónyuge. Dios de la fragua, indeseado, tullido y artista. Y tal vez el mejor marido para la ferviente diosa. Afrodita tuvo hijos con otros, pero no con su marido. Como afirma Shinoda: “su matrimonio puede representarse como la unión de la belleza y la artesanía, de la cual nació el arte”[xxvi].

b) Mujeres que encarnan el arquetipo de Afrodita

Afrodita es el prototipo de toda mujer artista. Es por ello que todas las mujeres escritoras, analizadas, tienen algo de Afrodita, aunque en algunas sea más predominante que en otras. Su faceta de generar arte y vida, se puede comprender mejor por medio del mito de Pigmalión. Él era el rey de Chipre que, con amor, esculpe una estatua tan perfecta que se enamora de ella. Tras rezarle a la diosa del amor para poder amarla, Afrodita dotó a esa escultura de vida y la llamó Galatea.

Enheduanna nos ha dejado el primer testimonio escrito de la humanidad. Ella era una sacerdotisa de Mesopotamia del 2300 a. C. aproximadamente. En un disco de alabastro, grabó unos himnos dedicados a la diosa Inanna. Diosa del amor y de la guerra, de la creación y de la destrucción. ¿No encarna esta diosa la unión que tuvo Afrodita con Ares? juntos tuvieron a Armonía. Hija que simboliza el equilibrio entre el amor y la guerra. Cualidades que ya estaban personificadas en una sola diosa: Inanna.

Una personificación de esta diosa, la podemos ver en las poetisas arábigo-andalusí, semejante a las geishas o hetairas (el tipo de mujer más libre de Grecia). Cualidades como el refinamiento cultural, el comportamiento deshinibido, la belleza y las artes, eran las virtudes de Afrodita. Por ejemplo, cuando Wallada le escribe a su amor Ibn Zaydun porque este le traiciona con una criada, muestra las cualidades de una diosa del amor, mujer única, diferente a las demás, necesaria, de la que es imposible escapar. Así le reprocha Wallada: “Sabes que soy la luna de los cielos, / pero has elegido, para mi desgracia, sombrío planeta”[xxvii]. En el caso de Hafsa, vemos a una mujer con una dualidad Afrodita-Hestia. Por un lado destaca su amor incondicional por Abu Ibn Said y cuando este muere, por rivalidades políticas, se percibe el progresivo alejamiento de palacio y el luto de Hafsa: “por vestirme de luto me amenazan / por un amado que me han muerto con la espada”.

A pesar de ser la diosa más deseada, se casó con Hefestos. Dios de la fragua, tullido y artista. La sociedad patriarcal mata o castra a la diosa creadora. Por suerte, Afrodita se asoció al Arte antes de que el genio creador fuera relacionado con una naturaleza eminentemente masculina y pública. Creo que en algún momento de la historia, la función activa de Afrodita quedó relegada a la pasividad de la admiración.  La diosa del amor dejó de hacer el amor y quedó estática y reducida a una musa; a una simple inspiración para los hombre.

Podemos ver cómo en el Infante Don Juan Manuel, en su libro el Conde Lucanor, la sexualidad femenina es vista como algo natural, sin ser sucia, sin estar estigmatizada por connotaciones negativas. Esta actitud denota una aceptación de la naturaleza sexual de la Diosa Afrodita.

Afín a este planteamiento, Federico Trigo en la carrera, defiende el instinto sexual femenino como algo completamente natural.

5. Conclusiones

En todo este recorrido de mujeres analizadas a través de diosas, he establecido un patrón de semejanza entre las diosas y las mujeres reales que encarnan esos arquetipos, que a continuación explico:

Hemos visto cómo el siglo XIX supone una eclosión en la literatura femenina. Abiertamente, salen mujeres escritoras subversivas, que trascienden el ámbito privado, para irrumpir en el ámbito público y masculino. Esta separación de espacios, ya está estipulada desde que la diosa Hestia se convirtió en el fuego interno del hogar, mientras que Hermes estaba en el exterior encarnado por una columna   símbolo de lo  masculino.

Ante la transgresión que las mujeres escritoras hacen, he visto tres reacciones asociadas directamente con cada modelo de diosa:

-Mujeres, como Emilia Pardo Bazán, que optaron por una actitud abierta al ámbito público, sufrieron una supuesta masculinización. Ella, en concreto, fue insultada de “marimacho” por sus enemigos. Adjetivos que se les podrían asignar a las diosas vírgenes Atenea o Artemisa, que son vistas como masculinas desde una presunción machista.

-Otras mujeres, más recatadas y con cargo de consciencia por estar faltando “a las funciones de su sexo”, optaron por la auto-disculpa. Este es el caso de Pilar Sinués, quien según se cuenta, sacaba una cesta de costura cuando venía visita. Esto explica que en el diecinueve, encontremos gran cantidad de textos donde las autoras justifican que, además de escritoras, son buenas madres y excelentes esposas. Actitud que corresponde a las diosas vulnerables. Este caso lo tenemos en Rosalía de Castro, que vivió su don literario como un castigo, como algo impropio de su sexo, como una maldición.

-Y por último, tenemos el caso de aquéllas mujeres que, directamente, prescindían de su sexo, escribiendo mediante pseudónimo. Como es el caso Cecilia Böhl de Faber, quien se refugiaba bajo en nombre de  Fernán caballero. Esta actitud me recuerda a la que mostró Hestia. Diosa que ni siquiera tenía una representación física en esculturas o pinturas, sino que era su esencia, su fuego interior, el que se veneraba. Como es el caso de estas “escritoras sin nombre” donde la literatura trasciende el sexo del escritor.

Con respecto a la dualidad maniqueísta mujer ángel / mujer fatal, veo una clara asociación con Hestia y Afrodita. Puede que en el fondo, ambas sean caras de una misma moneda. El ángel del hogar vestal se repliega en el interior que le han asignado, sin protestar, sin establecer apenas contacto, alcanza sus objetivos más íntimos de manera psíquica.  Afrodita en cambio es una pulsión sexual desbocada, una lucha perdida, pero también, como su contraria, persigue un objetivo interno. Ninguna de las dos se verá sobrepasada por nadie a la hora de conseguirlo. Teniendo esto en cuenta, no es de extrañar que Hestia fuera cambiada por Dionisos, dios de lo orgiástico; una especie de dios masculino feminizado con la naturaleza sexual de Afrodita y la oscuridad interna de Hestia. En Dionisos, veo un eslabón que acerca aún más a estas dos deidades dicotómicas.

Me gustaría acabar con esta reflexión: “la mujer es –o la hacen– según la pintan”; y en base a esta idea, el prototipo de la Virgen María ha hecho que “la mujer se cosifique espiritualizándose”[xxviii]. Frente a estos modelos de diosas ideales y estéticas que he recorrido a lo largo del trabajo, existen propuestas mucho más inesperadas y poco “femeninas y ortodoxas”. Me refiero concretamente a Feliciana Enríquez de Guzmán quien escribe un entreacto llamado Las Gracias Mohosas, dentro de su obra Tragicomedia de los Jardines y Campos Sabeos. En él plantea una inversión grotesca de los rasgos que definen lo masculino y lo femenino. Con sus tres mohosas que, más parecen Grayas[xxix] que  Gracias,  lleva a cabo una subversión de los cánones de la belleza y del amor moralmente correcto, que desemboca en una poliandria esperpéntica. Algo espectacular, si pensamos en una mujer del siglo de Oro, con una obra  representada en el convento donde estaban sus dos hermanas monjas.

BIBLIOGRAFÍA

1. Principal

Bolen Shinoda, Las Diosas de cada mujer, Kairós, 2000

Apuntes de Amelina Correa Ramón

2. A modo de consulta

Apuntes del profesor Alberto Quiroga

Apuntes de la profesora María Izquierdo Rojo

http://www.artehistoria.com/v2/obras/4614.htm

NOTAS

 [i] Shinoda Bolen Jean, Las diosas de cada mujer, p. 20

[ii] Ibid, p.23

[iii] Tan abierta que su religión no impidió que surgiera la filosofía.

[iv] Shinoda Bolen op. cit. P. 24

[v]  Shinoda Bolen Jean, Las diosas de cada mujer, p.65

[vi]  Ibid, p. 63

[vii] Ibid, p.64

[viii] Esta sección “Ecos de la diosa madre” está elaborada en base a mis propios planteamientos una vez aplicada la teoría dada en clase. Con esto quiero decir que Shinoda no establece una relación directa entre las Diosas griegas y la Gran Diosa; esto es una aportación personal.

[ix] Nótese la dualidad respectiva sol / luna de los gemelos Apolo / Artemisa. Ambos son símbolos de luz, porque el lado oscuro de la luna pertenece a los dominios de Hécate.

[x] Latona, madre de Artemisa, tuvo problemas en el parto porque la ira de Hera cayó sobre ella. Hera es la mujer de Zeus, dios con quien Latona había yacido, de ahí el enfado de la diosa.

[xi]  Shinoda Bolen Jean, Las diosas de cada mujer, p. 74

[xii] Ibid, p.76

[xiii] Ibid, p. 77

[xiv] Apuntes de la profesora María Izquierdo Rojo

[xv] Shinoda Bolen Jean, Las diosas de cada mujer, p.160

[xvi] Pilar Sinués publica una revista con este título, lo que hace que se extienda la expresión; la cual, tiene su antecedente en Patmore, quien publica una revista con este nombre: El Ángel del hogar.

[xvii] Con respecto a este tema Häxan es una película de la década de los veinte, que relaciona el comportamiento castigador que se tenía en el Medievo con las llamadas brujas, con cómo en los años veinte la denominada histeria femenina hizo estragos al sexo femenino.

[xviii] Shinoda Bolen Jean, Las diosas de cada mujer, p. 187

[xix] Se puede apreciar cómo el nombre “Hades” es una sinécdoque masculina, parecida a la que tuvo en su momento la Diosa Madre. Hades hace referencia en primer lugar al Dios del Inframundo, y en segundo, al mismo infierno, al que el Dios pertenece. Por eso, hades, se acerca a ser el Dios de la muerte.

[xx] En alemán significa ‘figura’ o ‘construcción’. En psicología hace referencia a esos dibujos que muestran ilusiones ópticas de percepción multiestable, por ejemplo el Jarrón de Rubin o el Cubo de Necker.

[xxi] Hay que tener en cuenta que el incesto entre los dioses era algo completamente normal.

[xxii] Ritos primitivos e importantes que permanecieron vigentes hasta el siglo V a. C. cuando los invasores godos destruyeron los santuarios de Eleusis.

[xxiii] El Misterio de Elche, Primer Acto: La Víspera

[xxiv] Textos de Imaginario Femenino.

[xxv] Shinoda Bolen Jean, Las diosas de cada mujer, p. 294

[xxvi] Shinoda Bolen Jean, Las diosas de cada mujer, p.330

[xxvii] Textos de clase de Imaginario Femenino

[xxviii] Frase literal de Mejia Duque, Jaime en Jorge Isaacs: el hombre y su novela.

[xxix] También conocidas como Greas, eran tres deidades preolímpicas que nacieron ya ancianas y que  se volvían más y más viejas cuanto más tiempo pasaba. Tenían un solo diente y un solo ojo que iban pasándose de una a otra (¡Horripilante!).

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