Editar bajo el confinamiento.
Parecía que no pero, finalmente, el número 3 de estos Archivos del Imaginario ha podido salir a la luz. A pesar de los problemas técnicos que hemos tenido que afrontar, de la dificultad que ha supuesto coordinar esfuerzos en estos tiempos de miedo y encierro, de la sobrecarga de trabajo, docente e institucional…, aquí está el resultado de algo que, no sin presunción, podríamos denominar un ejemplo de terquedad editora.
Atravesamos un periodo de idiocia comunicativa. La proliferación de mensajes a través de los mass media, formales e informales, una proliferación que se alimenta de la repetición, la reiteración y la insistencia deliberada en ciertos contenidos ; la confusión entre la verdad y la mentira –o lo que se ha venido a denominar la posverdad; la indiferenciación del valor de los enunciados, en donde la palabra de cualquiera posee una validez semejante a la palabra cultivada, meditada o trabajada; el privilegio otorgado a la expresividad sin filtros, a la emotividad frente a la racionalidad, un privilegio que merma la cualidad de un pensamiento medido y responsable de su alcance; la fugacidad de lo dicho o lo escrito, una fugacidad cuya consecuencia inmediata es el olvido de lo oído o leído y su sustitución por una mismidad ataviada con los ropajes de lo nuevo; una fugacidad que quiebra el tempo lento preciso para la forja de una palabra que posea alguna vocación de permanencia… Todos esos rasgos dibujan la silueta de un contexto comunicativo que ya existía con anterioridad a este periodo de miedo y ceguera, pero que ahora se impone totalitariamente a quienquiera que opte, frente a la tentación del silencio, por una confianza terca en la necesidad de una palabra con eco, entera, y brillante, de un pensamiento sagaz, depurado e inocente en su amor a la verdad.
Esa confianza terca es la que nos anima a proseguir con esta empresa denominada Archivos del Imaginario. Una empresa que nace en un Centro de Secundaria o, lo que lo es lo mismo, en la periferia de una periferia. Y que, sin embargo, sin olvidar sus orígenes, busca ir más allá. Por eso, los contenidos que hemos preparado para este número son cualquier cosa menos grito, gesto o facilidad. Son contenidos que, con humildad, pretenden ser leídos más de una vez, y persiguen acercar a nuestro Centro las voces, imágenes y discurrires de autores y autoras que, en la lejanía de sus confinamientos, han accedido a compartir con nosotros esta apuesta por la imagen y la palabra calmadas
Alberto Carnero, profesor de Economía, se nos revela como el magnífico fotógrafo que es en una colección de miradas llenas de una luz personal que, amablemente, nos ha cedido para su publicación.
Juan José Castro, poeta, profesor de Lengua y Literatura y redactor jefe de nuestra revista, ha elaborado una reseña llena de sutileza sobre el maravilloso libro de Alain Corbin, Historia del silencio (Acantilado, 2019), que se nos antoja de lectura necesaria en estos tiempos llenos de ruido. Igualmente, nos ofrece el relato del recorrido que ha tenido ese tomo –una de nuestras señas de identidad- llamado De la nieve al trigo que coeditamos junto a la editorial Calambur. De la nieve al trigo resume una de las experiencias más audaces que conocemos en el ámbito de la investigación del imaginario y su traslado a la práctica docente. Además de eso, este libro ya puede ser considerado un hito en la historia reciente de la poesía granadina.
De Greg Garrett, teólogo, escritor y profesor en la Baylor University, publicamos un estudio sobre los contextos –y los subtextos- en los que la noción de apocalipsis aparece en los cómics de superhéroes.
Por su parte, Enrique Guillén, profesor de Derecho Constitucional en la Universidad de Granada, nos regala su visión particular sobre dos de los grandes nombres de la narrativa francesa contemporánea: Michel Houellebecq y Mathias Enard.
De Patrick Harpur, autor de libros como El fuego secreto de los filósofos o La tradición oculta del alma (ambos traducidos y editados en España por Ediciones Atalanta), traemos una reflexión deliciosa sobre la cualidad de ciertos espacios en donde el miedo se apodera de nuestras vidas.
Reproducimos, en una línea semejante, –gracias a la generosidad de Ediciones Atalanta- un fragmento del libro de James Hillman titulado Pan y la pesadilla. Hillman, ya fallecido, ha sido uno de los psicólogos más relevantes del siglo XX, y su contribución al estudio de zonas oscuras de nuestra alma continúa siendo pertinente y decisiva.
De John D. Mayer y Peter Salovey, creadores del concepto de Inteligencia Emocional y profesores en las Universidades de New Hampshire y Yale, respectivamente, publicamos un estudio pionero sobre las relaciones entre las Altas Capacidades y la Inteligencia Emocional.
Roberta Moretti, terapeuta italiana, experta en espiritualidad oriental y laureada en el Harvard Center for the Study of World Religions, nos introduce en la obra fundamental de Ioan P. Culianu, una de las fuentes de inspiración de esta revista.
De Francisco Silvera, profesor de filosofía y autor de algunos de los mejores libros de relatos cortos publicados en Andalucía en los últimos años, editamos una pequeña antología de narraciones breves, contundentes y, sin embargo, llenas de amor.
Finalmente, de Luis Yáñez, antiguo alumno de nuestro instituto, publicamos la segunda parte de su estudio sobre las influencias culturales que atraviesan la producción de esa banda única llamada Iron Maiden.
Todo este trabajo editorial, a su vez, no hubiera sido posible sin el concurso de nuestro equipo de traductoras y traductores compuesto por Miguel Ángel Viceira, Inmaculada Romera Píñar, Isabel Abelleira, Estela Marín, Antonio Manuel Rodríguez, Raúl Dueñas y el alumnado del Proyecto Rivendel, a los que queremos agradecer aquí, junto a los autores y autoras, su colaboración para que esta aventura nuestra siga adelante. Agradecimiento que queremos hacer extensivo a Sandra Izquierdo, cuyas ilustraciones han enriquecido, y de qué modo, las entradas de este ejemplar.
Este número ha sido editado en tiempos de confinamiento, y para tales tiempos ofrecemos su lectura. Porque frente a la –falsa- oralidad de los discursos dominantes en estos días, y el consecuente privilegio del sentido del oído –esa caja de resonancia del rumor-, nosotros queremos recordar que la lectura precisa del sentido de la vista para su ejercicio, que la letra entra por el ojo – y no por la sangre- y nos permite, a la vez, imaginar y pensar. Imágenes, por tanto, hechas de signos, que nos invitan a ver y reflexionar con claridad, templanza y morosidad una realidad que, algunos, quieren desdibujada.
Y que preanuncia el próximo número de estos Archivos del Imaginario, cuya lema será el de Escribir desde el Confinamiento. Una nuevo número al que, ya, estáis invitadas e invitados a participar.
Salud.