Los Archivos del Imaginario se constituyen como una publicación digital desde donde afrontar la investigación, documentación y difusión de la noción de “imaginario”, así como su aplicación y experimentación en prácticas docentes diversas. Se rebela contra el dogma que reduce los centros de enseñanza a simples espacios disciplinarios de transmisión de conocimiento, al modo de la consigna deleuziana. Fiel a otra mirada, imagina el ámbito educativo como una zona autónoma de producción de discurso, a partir de la importación de modelos científicos de trabajo e investigación. Y, más allá de las obligaciones curriculares que le son propias, se encomienda a una comunidad del conocimiento experta en sus saberes específicos, sean estos humanísticos, científicos o artísticos.
El imaginario, como concepto, se nos antoja un territorio privilegiado desde donde inter-seccionar esos saberes, esas prácticas. Se trata de una noción que configura una proteica trama conceptual enraizada en la obra de autores tan dispares como Cornelius Castoriadis, Gilbert Durand, Gaston Bachelard, Carl Gustav Jung, Gregory Bateson, Ioan P. Culianu, Hakim Bey, Donna Haraway, Jacques LeGoff, Thomas Kuhn, Gilles Deleuze, Illia Prigogine, Humberto Maturana, Gustav Landauer o Patrick Harpur entre otros.
Sin embargo, y a pesar de esta solidez epistemológica -casi de vanguardia-, el aliento que anima la noción de imaginario no participa del simulacro de una “modernidad” administrable por lo poderes. Por el contrario, será reconocida mucho mejor en un horizonte bastante más antiguo. Un horizonte, propiamente el del Renacimiento, en el que los saberes disfrutaban de una suerte de unidad orgánica; una superficie de inteligibilidad mutua a la que Ioan P. Culianu denominaba magia, cuando soñaba con recuperarla para nuestro presente desencantado. Porque, parafraseando libremente a Culianu
“la magia de la que nos ocuparemos aquí es una ciencia del imaginario; explora este imaginario con medios propios y pretende manipularlo más o menos según su voluntad. En su desarrollo máximo, alcanzado con la obra de Giordano Bruno, la magia es un método de control sobre el individuo y los medios de comunicación, basada en el conocimiento profundo de las pulsiones eróticas personales y colectivas. (…) Al ser una ciencia de la manipulación de fantasmas, la magia va dirigida, en primer lugar, a la imaginación humana donde intenta suscitar impresiones persistentes. El mago del Renacimiento es un psicoanalista y un profeta, pero también se anticipa respecto a profesiones modernas, como las de jefe de relaciones públicas, agente de propaganda, espía, hombre político, censor, profesor, director de los medios de comunicación de masas, agente de publicidad. (…)
En realidad, magia y ciencia representan, en última instancia, necesidades imaginarias; y el paso de una sociedad dominada por la magia hacia una sociedad dominada por la ciencia debería explicarse, en primer lugar, por un cambio del imaginario. No obstante, si hoy en día podemos enorgullecemos de tener a nuestra disposición unos conocimientos y una tecnología que sólo existían en la fantasía de los magos, hay que admitir que, desde el Renacimiento, han disminuido nuestras facultades para obrar directamente con nuestros propios fantasmas, o con los de los demás. La proporción entre consciente e inconsciente se ha modificado en profundidad, y nuestra capacidad para dominar nuestros propios procesos imaginarios se ha quedado en nada”.
El estudio y la recuperación de esa capacidad -la vindicación de esa magia renacentista- están inscritos en el ADN de estos Archivos del Imaginario. Porque el imaginario es ubicuo y se manifiesta dónde quiere. Aunque sea en un Centro de Secundaria. Aunque sea en la periferia subdesarrollada de un estado corrupto. Porque como docentes podríamos definirnos, sin atisbo de ambigüedad, como trabajadores del imaginario. Y porque antes, durante y después de nuestra labor docente somos químicas, filósofos, poetas, informáticos, filólogos, ingenieras, pedagogas, geógrafas, historiadores… Estudiosos de los imaginarios particulares y huérfanos en los que nos formaron y que nos habitan; pero también manipuladores del abigarrado, terrorífico, brillante y lejano imaginario de ese alumnado nuestro al que sometemos a una magia particular: la magia de enseñar.
Estos Archivos del Imaginario nacieron al amparo de un Grupo de Trabajo auspiciado por el CEP de Granada durante el curso 2017/18. Como tal publicación, forma parte de los Proyectos de innovación educativa y desarrollo curricular aprobados por la Dirección General de Innovación y Formación del Profesorado de la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía para los cursos 2019 y 2020.